LA CRISIS EN VENEZUELA, ANÁLISIS Y PROPUESTAS DESDE EL HERMETISMO
por Juan Carlos Pons López
¡Saludos Amigo lector! Esta semana traigo para ti un caso de estudio desde el Hermetismo, es el caso de la crisis humanitaria que vive este país suramericano. ¿Deseas entender sus orígenes y algunas propuestas para trascender a la misma? ¿Te interesa? ¡Acompáñame!
Hablar sobre el caso Venezuela siempre fue para mí motivo de evasivas. Y no porque viviendo aquí, me dé lo mismo lo que ocurre. Tampoco es por una suerte de “lavarme las manos” o indiferencia humanitaria ante las experiencias que a muchos de mis compatriotas les ha tocado vivir.
Solamente quien aquí vive puede conocer la magnitud de la situación que experimentamos en el día a día, explicarlo cuesta muchísimo trabajo ante la incredulidad de la escucha del extranjero, pensando que tan sólo dramatizamos mucho la situación.
Por otro lado, con una sociedad altamente polarizada hacia algo que el paradigma político ha querido mostrar como un tema de política de izquierda o de derecha, cuesta mucho trabajo querer hablar del tema cuando no deseas ganarte enemigos en ambos polos. Porque la polarización extremista que se vive ha llegado al punto de, sin ninguna clase de exageración, representar un riesgo para quien haga declaraciones públicas a favor de un bando o del otro. Y claro, cada bando interpreta lo que no le suene a apoyo hacia su bando como un apoyo al otro bando, como si no existiese otra visión sino la polarizada. Así, el silencio durante mucho tiempo ha sido mi mejor apuesta.
Sin embargo, llega un momento que, cuando la situación deriva hacia extremos completamente inaceptables de locura psicótica, es cuando parece estar ocurriendo un despertar de conciencia en el venezolano de a pie, a fuerza de la experiencia dura de lo real, y la polarización, al final parece llegando a su fin. Y aunque escribo este artículo sabiendo que me leen personas en el mundo entero, deseo desde lo más profundo de mis sentimientos que estas palabras alcancen a una gran cantidad de venezolanos, y que las lean también con el corazón y la conciencia, y que por un momento dejemos de lado al tan pesado ego que defiende sus posiciones ideológicas. Llegó mi momento de romper con mi silencio.
La crisis actual no es producto de lo ocurrido en 2.013 con la muerte del expresidente Hugo Chávez y el ascenso al poder de Nicolás Maduro. Tampoco con el ascenso de Hugo Chávez al poder en 1.999. Ni con el intento de tomar el poder por la fuerza de su parte en 1.992, ni siquiera con el llamado “Caracazo” (rebelión popular) de 1.989. Ni con la entrada de la llamada cuarta república en 1.958. No. Es mucho más antiguo, y se remonta a la época del colonialismo. Ahí vemos el “desde dónde” se densifica esta realidad actual que experimentamos.
Como región, representamos una colonia española desde el siglo XV. Básicamente estábamos en un estado de sumisión frente al Imperio Español de la época. Es sólo hasta 1.811 cuando un hombre entra en un rol que en el psicoanálisis se conoce como “salvador” (lo cual siempre es una zona de pantano, sin importar la justificación que se tenga para hacerlo). Es la teoría psicoanalítica y no la opinión de este servidor que todo el que cae en este rol termina con las tablas en la cabeza o crucificado, o como victimario. Me refiero obviamente a Simón Bolívar, con todo mi más profundo respeto por el significado en lo político y en lo social que tiene esta figura de la historia de Venezuela.
No tiene éxito en su proyecto de unir a toda Suramérica en una sola nación, aunque si obtiene logros parciales de independencia de varias naciones en el continente. Sin embargo, muere solo, enfermo, con ropa prestada y traicionado por los suyos. Donde la cosa se pone mal para Venezuela es en el hecho simbólico de elegirlo como padre de la patria y como símbolo de lo económico, es decir, como figura paterna, porque el país nace con una figura paterna que no alcanzó completamente su objetivo.
La deficiencia en el ejercicio del rol paterno es harto evidente para quienes vivimos en Venezuela, no importa cuál Venezuela hayas visitado, si la de la bonanza petrolera o la de la crisis humanitaria actual. Nos saltamos los referentes y las leyes, incumplimos nuestra palabra, no respetamos los referentes temporales, sobornamos a la autoridad, no ponemos límites en la bebida o en las fiestas, tenemos un ejercicio de la paternidad lamentable en muchos casos, no existe ningún nivel de protección social ni de incentivación hacia el emprendimiento económico ya que todo el valor está puesto en lo extranjero y no en lo propio.
Lo curioso es que luego de hacer todo esto, esperamos que nuestros gobernantes den el ejemplo. ¿Es que acaso no son venezolanos nuestros gobernantes? ¿Qué diferencia hace entre que te dé lo mismo saltarte una luz en rojo en el semáforo o montar tu camioneta encima de la acera obstaculizando el tránsito peatonal, o adelantarte en tu lugar en una fila, por ejemplo, de quien hace abuso de su poder político para saquear el país? Solamente es una diferencia de forma, quien hace lo primero terminaría haciendo lo segundo si la oportunidad se le presenta.
Pero nos es más fácil juzgar al otro, echar culpas afuera, que leernos en la situación. ¿No es acaso esto un acto de soberbia, pensar que el Universo tiene errores de diseño y que lo que nos pasa es porque tuvimos mala suerte o por un acto de injusticia divina? ¿O desde el paradigma religioso, pensar que “es una prueba que dios nos manda”? No es más productivo pensar: ¿Por qué nos encontramos ante esto? ¿Qué nos refleja acerca de nuestra conducta y comportamiento como colectivo?
El grado de inmersión que tiene el venezolano de a pie en los cuatro paradigmas produce susto. El paradigma religioso, político, económico y científico es el único referente para muchos de mis compatriotas. Cuando la cosa empeora, pedimos ayuda y justicia a un dios externo imaginario, o confiamos que el político que ha creado los problemas tenga la capacidad para resolverlos –lo cual no deja de ser un contrasentido- o esperamos que la economía esté bien para que mi economía esté bien, o caemos en las garras de las mafias de las farmacéuticas y en el negocio de la salud, con lo cual siempre, en cualquier caso, es el otro el que tiene el poder y no nosotros. Si recorres un mercado popular verás en una aplastante mayoría de comerciantes ídolos religiosos, tanto de la misma religión tradicional católica del país –algunos agonizantes en una cruz, con todo el con tenido de terrorismo implícito- o símbolos de la new age. Todo un des-empoderamiento personal.
Resumiendo, pues, cuatro de las causas más evidentes de la crisis en la que nos encontramos como colectivo –aunque no todas- son: referente paterno sin éxito, desvalorización de lo propio, des-empoderamiento personal y por supuesto un escasísimo desarrollo personal.
Desde lo astrológico, Venezuela nace un 5 de Julio de 1.811, fecha en la cual estaba mostrada en los cielos una Gran Cuadratura Mutable conformada por Saturno desde Sagitario, Plutón y el Nodo Lunar Sur en Piscis, Venus, Mercurio y Júpiter en Géminis y el Nodo Norte en Virgo.
Para no hacer extenso el análisis astrológico, hablamos de una sociedad con un apego kármico a vicios del pasado, al victimismo, a buscar las riquezas en los recursos más oscuros (el petróleo es muy bien referente en lo real de esto), a la sumisión, a la confusión y el caos, y a la falsa espiritualidad, que debe tener un norte dirigido a ser un país en orden, limpio, donde prevalece la lógica y la razón, con el deber de conquistar su auténtica libertad y de no confundirla con libertinaje, y de abordar las relaciones internacionales de forma de sociabilizar con el contexto mundial creando oportunidades de inversión en el país, especialmente en el área de las telecomunicaciones.
Y también una Luna Llena en Capricornio (representando a las masas), obviamente en oposición al Sol en Cáncer (el presidente de la nación). Masas que se perciben como carentes, como que la vida es dura, siempre preocupados por el quehacer del día a día, y un mandatario más encumbrado en el sentido del patriotismo y el apego por la nacionalidad venezolana.
Sin ningún lugar a dudas, la falta de cultura hermética auténtica del venezolano de a pie es una causa básica de la crisis, en Venezuela y en el mundo, venezolano de a pie sumido en la religión, o en algunos casos en la brujería, santería, magia negra y otras prácticas que ponen el poder afuera. Afortunadamente, esto tiene solución, pero quienes tenemos algo de recorrido sabemos que, de ninguna manera, podemos permitirnos actuar de salvador de los que no tienen recorrido alguno, aunque si motivar, incentivar, promover la reflexión e interesar a todos en el país en esta filosofía hermética. Quienes tenemos un poco de recorrido sabemos que su yo reaccionará a la defensiva para sostener sus creencias actuales, y la idea no es entrar en combate hacia afuera contra todo un país para acabar crucificado.
Una solución evidente a esta crisis comienza dando respuesta a las fallas que he mencionado. Para esto, podemos comenzar aceptando que la realidad que vivimos la hemos creado nosotros y que no es culpa de nadie externo, que no somos víctimas de nadie, y que nosotros mismos podemos destruir lo que no ha sido bien creado por nosotros mismos, el poder está en nosotros y no en el político de turno, de ningún bando. No busquemos salvadores en el otro. Podemos solicitar ayuda, más pagar a cambio con un Ayni de las formas que determinemos nosotros con quien nos ayude, no hablo necesariamente en dinero. Nunca, nada gratis o sin que aportemos algo al otro que nos ayuda. En la situación en la que nos encontramos, pienso que ya no hay más solución que ésta, nos hemos permitido que la situación se densifique a niveles alarmantes.
También haciendo un ejercicio sano de la función paterna. Cada uno de nosotros –nunca un todos, que sea por deseo, no por imposición- puede comenzar dejando claro lo que se permite y lo que no, cuando si o cuando no. Curiosamente, es solamente a través de la auto-limitación y auto-regulación como ocurre el crecimiento. Aunque parezca paradójico, ésta es mi experiencia y así la comparto. Por ejemplo, mi prohibición más acentuada es que de ninguna manera me permito faltar a mi palabra, porque entiendo que es desde ese lugar que creo mi realidad y gano crédito con el Universo para que me dirija sus recursos hacia mis planes.
También valorizando lo nuestro. Es decir, encontrando el factor diferencial de lo que los productos venezolanos pueden aportar en diferencia a los extranjeros. ¿Cómo no tener un precio del dólar por las nubes si solamente lo que viene de Norteamérica -o del mundo en general- es bueno, y lo nuestro no? ¿Acaso nuestra originalidad e inventiva no es un factor diferencial frente al mundo?
El des-empoderamiento es muy evidente aquí en esta tierra. Escucho frases como “esto no tiene solución, esto se va a la mierda” –excusas por la grosería, aquí hablamos así-. Algo que sería útil que entendiéramos es que el poder externo es un castillo de naipes. Los políticos no tienen más poder que el que nosotros mismos les concedemos. Si decidimos no reconocer ninguna autoridad política de ningún tipo o partido, todo su fantasiosa estructura imaginaria de poder desaparece frente a sus incrédulos ojos. El auténtico poder es únicamente interno, y sobre ti mismo, y para crear tu realidad, no sobre los demás. No estamos obligados a aceptar órdenes de nadie sino de nosotros mismos. Si como sociedad ejercemos cada uno en sí el rol paterno no es necesario tener a alguien que dicte las normas, sólo tener referentes y cumplirlos en la conciencia que es bueno para ti hacerlo. Si ahora mismo en todo el mundo desaparecen los políticos, te aseguro que veremos un mundo mucho mejor, porque el político ha creado un paradigma básicamente de robarnos nuestro propio poder bajo nuestro consentimiento. No lo culpes a él, tú eres el que ha acordado con votar –que es alimentar su sistema y botar tu poder- y además en una urna –la muerte de tu voluntad representada en un ritual-.
Deseo que mis palabras hayan podido ser una fuente de reflexión para ti, lo deseo de corazón.
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