EL
EGO Y NUESTRO FALSO SENTIDO DE
LA IDENTIDAD
Por
Juan Carlos Pons López
“El
ego es como tu perro. El perro tiene que seguir al amo, y no el amo al perro.
Hay que hacer que el perro te siga. No hay que matarlo, sino que domarlo”
Alejandro
Jodorowsky.
“Recortas
y moldeas tu pelo, pero casi siempre olvidas recortar y moldear tu ego” –
Albert Einstein.
Mucho se ha hablado
en estos años pasados recientes acerca del ego. Se habla de él desde las
Enseñanzas Espirituales, como el Budismo o desde Un Curso de Milagros. También
se habla de él desde el Psicoanálisis: Freud, Lacan, Jung. Pero… ¿qué es el
ego?
El ego, el yo, el
otro, la personalidad, no es algo que sea tuyo en realidad. El ego no es sino
es un conjunto de automatismos que provienen de tus padres, de tus profesores,
de tus amigos, de la cultura en la cual te criaste de niño, de la música que se
encontraba de moda, del medio donde viviste, del contexto social, político y
económico en que naciste, es lo que se espera de ti, conceptos acerca de que es
el un buen hijo, un buen padre, un buen amigo, un buen trabajador, todo esto en
realidad no es tuyo: lo puso otro en ti y conforma tu yo, tu personalidad, tu personaje.
Según las
neurociencias, las estructuras de tu psiquismo se forman desde tu nacimiento
hasta aproximadamente los 7-8 años de edad. Por eso es que desde el punto de
vista psíquico, todos somos niños y el psiquismo se construye como indicamos en
el párrafo anterior, creando programaciones, hábitos, automatismos que luego
funcionan de forma automática.
Estableciendo un
símil informático, podemos decir que el ego está conformado por todos los
programas que tienes en tu computadora, algunos te gustan, otros no te gustan,
unos entiendes para que son, otros no, algunos ni sabes que están allí. Y otros
son virus o ralentizan tu computadora. Al ego también lo compone un elemento
muy singular en este símil: la pantalla de tu computadora, la personalidad.
Al ego no lo puedes
eliminar. Sin el ego, no podrías interactuar con el mundo físico ya que se
vincula no sólo con tu personalidad y tu cuerpo físico, sino que también son
programaciones a veces útiles ya que nos defienden contra agresiones del mundo
exterior. Por ejemplo, evitan que salgas a la calle y te atropelle un vehículo,
o te ayuda a hacer la digestión de tu comida o a respirar sin tener que
intervenir conscientemente en el proceso. Es como un piloto automático en un
avión, a veces es necesario para permitir al piloto que descanse cuan do no es
necesaria su intervención para el normal desenvolvimiento de su vuelo.
Entonces… ¿Qué
hacemos con las programaciones automáticas que nos limitan y no nos permiten
alcanzar lo que queremos?
La maduración del
psiquismo consiste en poder poner corte a ese deseo que el otro ha programado
en ti y comenzar a elegir lo que tú quieres para tu vida.
Como bien lo conoce
la cosmovisión andina a través del Código Kausay, no hay un Sujeto, un Ser que
exista previo, sino que lo que hay son un conjunto de programas dentro de un
cuerpo biológico. La Enseñanza Iniciática te ubica que para construir un Sujeto
en ti deberás apropiarte de estas respuestas. Es cuestión de lograr habitar al
cuerpo físico para adquirir la Existencia.
Cuando tratas de limpiar
toda esa serie de programaciones, de identificaciones, de respuestas
automáticas, te encuentras frente a un vacío. Vacío que puede llegar a ser
angustiante al principio. Luego descubres la Magnificencia intrínseca en este
vacío. Este vacío te permite generar tu propia realidad. Esto se logra a través
de un profundo trabajo de transformación personal.
Para entrar en este Camino
Iniciático se requiere de valentía, ya que es bastante común el encontrarte con
tus propios miedos, tus propias limitaciones, inseguridades, debilidades y vas
a tener que enfrentarlas. La idea es que tu yo, tu ego, quede desenmascarado,
desnudo frente a ti, para que de este acto pueda emerger el Sujeto.
Estos automatismos
del yo hacen que cada vez que tú quieres lograr algo, un Resultado, y este
Resultado está más allá de la programación de tu yo, tu yo se cuelga –siguiendo
el símil informático- y trata de regresar “a la última pantalla”, entonces deberás
activar al Guerrero en ti para bloquear estos adóndes de dirección que tiene
automatizados tu yo.
Dirigirte a los
adóndes de tu Sujeto requerirá un estado de alerta permanente y mucha
estrategia, ya que estos automatismos en ti tienen su propia estrategia. Y muy
eficiente, por cierto. El ego, como cité al principio del artículo de las
palabras de Alejandro Jodorowsky tiene que estar al servicio del Sujeto, del
Ser, y no a la inversa.
La verdadera humildad
del iniciado no consiste en decir que eres menos que el otro, o en ser pobre, consiste
en darse cuenta que ninguna de estas programaciones te pertenecen en realidad,
sino que tendrás que hacerlas tuyas. La
humildad en realidad es poner en duda todas estas programaciones automáticas y trascenderlas.
Esto se logra mediante un Camino de Transformación Personal.
Academia Júpiter
Director: Juan
Carlos Pons López
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